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Entrevista a Los Mesoneros

Esta entrevista se puede leer entera en la web de Estampas.

Un éxito NADA CASUAL por Verónica Figueroa

A casi tres años del lanzamiento de su primer disco, Los Mesoneros, reconocidos por su elegante vestir en el escenario, se despojan de sus chaquetas y dejan ver cómo son cuando el bar está vacío y ya no quedan más clientes pidiendo música

Llegan a la sesión de fotos directo de una prueba de sonido. Aún en ropa casual, y antes de empezar a posar, Luis Jiménez, cantante de Los Mesoneros, hace la primera pregunta: “¿Qué haremos hoy, nada con bandejas o platos, verdad?, eso es como muy obvio”. No suena pretencioso, el comentario es el resultado de la experiencia. Han estado haciendo esto desde 2008 cuando, a dos años de haberse formado, ganaron el Intercolegial Nuevas Bandas. Puede que parezcan adolescentes, pero a sus 20, ya son profesionales.

Es cierto que sus canciones han “pegado” y eso les ha permitido una logística en organización de eventos, material promocional y calidad de grabaciones que no tienen todas las bandas venezolanas, pero más que talento en la composición, mucho de su éxito se debe a que estos cinco jóvenes parecen no descansar cuando se trata de hacer conciertos o dar entrevistas.

En bachillerato, Luis, Andrés Belloso (bajo), Andrés Sucre (batería), Juan Ignacio Sucre (guitarra) y Carlos “Calin” Sardi (teclados), llegaron a tocar un centenar de conciertos por todo el país, en una gira que popularizó los temas No puedes ver, Ciclos y El Incrédulo, incluidos en un EP que lanzaron a mediados de 2010.

Hoy, que tienen siete años como banda, se lo toman muy en serio su trabajo. Pero hay dos lados Los Mesoneros: “Cuando estamos en gira de medios, automáticamente nos convertimos en los más inmaduros, por el cansancio de estar moviéndonos de un lado para otro sin parar”. Era una especie de confesión que se incluía con el lanzamiento de su primer video musical (para el tema Indeleble), a principios de este año, y el día de la sesión fotográfica descubrimos que no exageraban.

Les gustan los comentarios con “doble sentido”, de esos que pueden desatar una ráfaga de carcajadas indetenibles por varios minutos. Chistes internos, planeados para ser totalmente incomprensibles a terrenos, van y vienen en lo que, por momentos, se convierte en un salón de clases desordenado.

“Es que yo no me quiero poner mi traje. Entonces, ¿qué te parece si sólo uno de nosotros lleva todo el traje completo? Nos ponemos en fila, el primero lo lleva completo, al segundo le falta la corbata, al tercero le falta la corbata y la chaqueta… y así. Entonces yo me pongo de último con mi ropa normal”, dice Belloso, el del afro. Aunque todos tienen un peinado característiico, que sus fanáticas distinguen a metros de distancia, el del bajista es especialmente llamativo.

Acompaña su peinado con un atuendo nada convencional, perfecto para resaltar: “¿Qué le pasa a tu cara en esta, chamo?”, agrega Calin, el tecladista, que parece levantar la batuta en los chistes y burlas. Ese lado divertido , que los ayuda a lidiar con las largas horas de viaje y el cansancio, les dura poco, porque si a la vista hay instrumentos o un escenario, entran en “modo banda” y evidencian el lado serio.

“Creemos que no hay que perder esa ingenuidad. Hacemos esto porque nos divierte”, dice Luis justo después de un show en el Auditorio Ambrosio Oropeza de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, en Barquisimeto, una semana después del encuentro fotográfico. Su espectáculo, que ha sido muy parecido en los últimos tres años, es impecable. Con instrumentos en mano, no parecen un grupo de liceístas mala conducta, sino una banda con dos discos publicados y cuatro nominaciones a los Premios Grammy Latino.

En las tarimas no sólo prueban que son buenos, también aprovechan la oportunidad para convencer a más personas de su cualidad rockera.

El pasado 3 de marzo, durante el concierto Rock & MAU, organizado por la Movida Acústica Urbana, cuando Luis salió para interpretar Indeleble, los gritos de las fanáticas fueron evidentes. Pero al bajarse, los gritos eran unánimes, unisex.

Claro, la idea de ser ídolos pop tampoco les molesta demasiado. “Creo que a todos los artistas les gusta que las fanáticas los persigan”, dice Andrés, uno de los morochos. Hablando de sus seguidores, y de la posibilidad de que no se sientan complacidos con los nuevos temas, Juan Ignacio (el otro morocho) asegura que “la presión no es externa, es mucho más fuerte entre nosotros”. “Porque queremos hacer algo mejor a lo ya hecho”, agrega Calín.

Dicen que para elegir un promedio de 11 canciones con la calidad suficiente para formar parte de un disco, primero componen 20. “Es un trabajo constante. Aunque no hemos publicado canciones nuevas, no hemos parado”, aclara Luis, en mediodía de presentar en el escenario Caballo Viejo, el estreno que tocaron en la capital larense.

Conocidos por letras como: “Sólo hay dos caminos y uno que recorrer, uno en que estás conmigo y otro en que estás con él” y “ Es difícil ser quien debes ser, cuando llega el momento de no saber qué hay detrás…”, frente al público tienen una imagen de rockeros sentimentales, pero Belloso asegura que no todos sus temas son autobiográficos: “No todas las letras son sobre situaciones que nos pasaron, a veces son historias solamente”.

Y con esas historias han paseado por varias ciudades de Venezuela y Estados Unidos, como Miami, Las Vegas y Los Ángeles. “Ahora estamos aprovechando el último oleaje del disco. Sacándole rosca”, agrega Juan Ignacio, mostrando claramente que aún no se han saciado. Por eso siguen sin dar detalles de un posible próximo disco, “el traje, seguro, no será el mismo pero no te podemos decir más nada”, puntualiza Luis, de vuelta al lado serio.